Técnica: acrílico, pincel y spray.
Descripción de la obra: Las vecinas es una invitación a hacer barrio. A recuperar espacios públicos y a generar comunidad con las personas con las que convivimos.
Lavapiés es un barrio que ha pasado por diferentes fases en los últimos 20 años, desde la degradación de los servicios públicos y la “guetización” de éste, hasta la más actual gentrificación, con su consiguiente proliferación de turistas, airbnbs, vecinos más pudientes y nuevos y modernos locales.
Paseando por el barrio no puedo dejar de acordarme de las entrevistas que realicé a diferentes habitantes de las corralas que quedan en Lavapiés (De la familia de la corrala a la torre de babel del turismo). De manera generalizada, eran señoras mayores que habían vivido en el barrio toda su vida. El relato que hacían de Lavapiés, poco tenía que ver con el que yo he podido vivir. Siempre ha sido un barrio humilde (cosa que ya no tanto) pero lo que más me llamó la atención, por la gran diferencia, es cómo era su día a día. Contaban que el barrio era una entidad, más allá de solo la dirección en la que vives. Ellas también señalaban lo que más echaban de menos; cómo y cuánto conocían a sus vecinos. La norma era saber el nombre de todos los habitantes de tu edificio. Poder pedirle un favor a Mari, la del 4º, saber que se lo harás de vuelta cuando toque. Bajar a la frutería, conocer al frutero y encontrarte con otro vecino en la cola con el que ponerte al día. La actividad después de trabajar podía ser simplemente salir a la calle a charlar con tus vecinas. En otro barrio de Madrid (El Carmen), lo mismo contaban mis abuelos. A día de hoy, mi padre es amigo de su vecino de entonces.
Eso es algo que ya no pasa (casi). Los espacios públicos están cada vez más deteriorados o privatizados en su defecto. Las dinámicas sociales también han cambiado (por multitud de factores: la precariedad en la vivienda hace que aumente la movilidad de los vecinos, así como la internacionalización de la ciudad, las redes sociales, la individualización de las sociedades, etc…) y cada vez es más raro tener relación con nuestros vecinos y vecinas, perdiendo el incalculable valor de la red de proximidad, compuesta por diferentes generaciones; la red de apoyo vecinal.
Pensando en hacer una intervención en un comercio local en el barrio de Lavapiés, pienso en reflejar la importancia de recuperar lo que quede de esas costumbres, e invitar a las nuevas generaciones a que las retomen. Hacer barrio y recuperar el uso de muchos espacios públicos es algo que me parece importante para todos los distritos de Madrid, pero en especial, para barrios que llevan años tensionándose, como es el caso de Lavapiés.
Por eso, Las vecinas es una llamada a conocer a la gente con la que compartes edificio, calle, manzana; a crear red de apoyo y de cuidados de proximidad; redes de resistencia. A utilizar la calle como un bien común, pero por tanto, también propio.
La silla monobloc es el símbolo por antonomasia de la reunión popular, que apela a muchas generaciones. Elijo “las vecinas” en lugar de el plural masculino como reivindicación. Busco poner en valor la labor – muchas veces denostada – tan importante de crear redes de apoyo y de cuidados (también emocional) llevada a cabo mayoritariamente por las mujeres. Esta labor se da de manera tan sencilla como es teniendo una conversación, y para eso, puedes simplemente, sacar la silla a la calle.
Con la voluntad de recordar, también, que la ciudadanía empieza
por juntarnos entre ciudadanos. Un nivel bastante “micro”, que tiene
un valor y unas repercusiones muy “macro”. Estas redes además de hacernos más felices, facilitan la defensa de nuestros derechos colectivos.
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