Con la llegada del buen tiempo y el aumento de las temperaturas, muchos dueños de mascotas comienzan a disfrutar de paseos más largos con sus perros, salidas al campo o a la playa, y actividades al aire libre. Sin embargo, el verano también trae consigo una mayor exposición a ciertos riesgos sanitarios para nuestras mascotas, entre los que destaca la leishmaniosis. Esta enfermedad, provocada por un parásito y transmitida a través de la picadura de un insecto, puede ser muy peligrosa, especialmente para los perros. En este artículo vamos a explicarte todo lo que necesitas saber sobre esta enfermedad: qué es, a qué animales afecta, por qué en verano hay más riesgo de contagio, cómo prevenirla, cuáles son los síntomas y qué hacer si crees que tu perro podría tenerla.
¿Qué es la leishmaniosis?
La leishmaniosis es una enfermedad parasitaria causada por protozoos del género Leishmania. Estos parásitos se transmiten a través de la picadura de un pequeño insecto conocido como flebótomo (también llamado mosquito de la arena). La enfermedad puede afectar tanto a humanos como a diversos animales, siendo los perros uno de los principales hospedadores.
Existen distintas formas clínicas de la enfermedad: la leishmaniosis cutánea (que afecta principalmente a la piel) y la leishmaniosis visceral (que compromete órganos internos y es mucho más grave). En los perros, puede presentarse en una combinación de síntomas cutáneos y sistémicos, y si no se trata a tiempo, puede poner en riesgo la vida del animal.
¿Qué animales pueden contraer leishmaniosis?
Aunque en este blog nos centramos en los perros, es importante mencionar que la leishmaniosis no es exclusiva de ellos. Otros animales como gatos, roedores, caballos y humanos también pueden contraer la enfermedad, aunque los perros son considerados los principales reservorios de Leishmania infantum en la cuenca mediterránea, donde es más común.
En el caso de los gatos, la enfermedad es menos frecuente y suele tener una presentación más leve. Sin embargo, los perros tienen una susceptibilidad más alta y presentan una gran variedad de síntomas, lo que los convierte en el foco principal de esta enfermedad zoonótica (transmisible a humanos).
¿Por qué hay más riesgo de leishmaniosis en verano?
El flebótomo, transmisor de la Leishmania, es un insecto que prolifera en ambientes cálidos y húmedos. Su actividad es mayor durante los meses de primavera y verano, especialmente en zonas rurales, periurbanas y costeras. Estos insectos son más activos al amanecer y al anochecer, momentos en los que los perros suelen salir a pasear o descansar al aire libre, incrementando el riesgo de exposición.
Además, el cambio climático ha provocado un aumento de las temperaturas en regiones donde antes no se registraban casos de leishmaniosis, extendiendo así el área geográfica de riesgo. Esto significa que incluso en zonas donde antes la enfermedad no era común, ahora puede haber peligro de contagio.
¿Cómo prevenir la leishmaniosis en perros?
La prevención es la mejor herramienta para evitar que nuestros perros contraigan esta enfermedad. A continuación, te detallamos las principales medidas preventivas:
1. Uso de repelentes
Collares antiparasitarios, pipetas y sprays que contienen insecticidas como la permetrina o el imidacloprid son muy eficaces para repeler a los flebótomos. Deben aplicarse de forma regular según las indicaciones del fabricante o del veterinario.
2. Evitar paseos en las horas de mayor actividad del flebótomo
Es recomendable evitar los paseos al amanecer y al atardecer durante los meses de calor, ya que es cuando estos insectos están más activos.
3. Instalar mosquiteras o mantener a los perros dentro de casa durante la noche
En casas con jardín o patios, se aconseja el uso de mallas antimosquitos en puertas y ventanas, así como mantener al perro en interiores durante las horas de mayor riesgo.
4. Vacunación contra la leishmaniosis
Existen vacunas que ayudan a estimular el sistema inmunológico del perro para que pueda defenderse mejor frente a la Leishmania. Estas vacunas no evitan el contagio al 100 %, pero sí reducen considerablemente la probabilidad de desarrollar la enfermedad.
5. Administración de inmunoestimulantes
Algunos productos veterinarios refuerzan el sistema inmunológico del perro y pueden utilizarse como medida adicional, especialmente en zonas de alto riesgo o en animales con un sistema inmune debilitado.
6. Revisiones periódicas y análisis serológicos
Hacer un chequeo anual, especialmente antes y después del verano, ayuda a detectar posibles contagios de forma temprana.
Síntomas de la leishmaniosis en perros
Los síntomas de la leishmaniosis pueden tardar meses en aparecer desde el momento del contagio. Por eso, es fundamental estar atentos a cualquier cambio físico o de comportamiento en nuestro perro. Los síntomas más comunes incluyen:
–Pérdida de peso progresiva, incluso si el perro mantiene su apetito.
–Lesiones en la piel: úlceras, costras, pérdida de pelo (especialmente alrededor de ojos, orejas y nariz).
–Cansancio y apatía: disminución en la actividad y en el interés por jugar o salir a pasear.
–Problemas oculares: conjuntivitis, inflamación o lagrimeo excesivo.
–Ganglios linfáticos inflamados.
–Cojera o debilidad muscular.
–Hemorragias nasales (epistaxis).
–Problemas renales: en fases avanzadas, la enfermedad puede afectar gravemente los riñones.
No todos los perros presentan los mismos síntomas, y algunos pueden estar infectados sin mostrar signos visibles durante largo tiempo. De ahí la importancia del diagnóstico precoz.
¿Qué hacer si se sospecha de leishmaniosis?
Ante la sospecha de que tu perro podría estar infectado con leishmaniosis, lo más importante es acudir al veterinario cuanto antes. Cuanto más pronto se detecte la enfermedad, mayores serán las posibilidades de tratarla de forma efectiva y evitar complicaciones.
Diagnóstico
El veterinario realizará una evaluación clínica y puede solicitar una o varias de las siguientes pruebas:
–Análisis de sangre para detectar anticuerpos contra la Leishmania.
–PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para identificar el ADN del parásito.
–Biopsias de piel o ganglios, en casos donde sea necesario confirmar el diagnóstico.
–Análisis de orina para evaluar el estado renal, ya que es uno de los órganos más afectados en fases avanzadas.
Tratamiento
Aunque la leishmaniosis no tiene cura definitiva, sí existen tratamientos que permiten controlar los síntomas y mejorar notablemente la calidad de vida del perro.
El tratamiento suele consistir en la combinación de medicamentos antiprotozoarios (como el alopurinol o el miltefosina) junto con cuidados generales y una dieta específica. También se requiere un seguimiento veterinario continuo, con controles analíticos periódicos para evaluar la evolución.
En algunos casos, el tratamiento es de por vida. Lo más importante es mantener al perro bajo control veterinario para prevenir recaídas o complicaciones renales.
Vivir con un perro con leishmaniosis
Un diagnóstico de leishmaniosis no significa necesariamente que el perro vaya a tener una vida corta o de baja calidad. Muchos perros diagnosticados y tratados a tiempo pueden vivir durante muchos años con una vida plena. La clave está en seguir al pie de la letra el tratamiento indicado por el veterinario, mantener controles regulares y prestar atención a cualquier cambio en la salud del animal.
Además, es importante señalar que un perro infectado no transmite directamente la enfermedad a las personas u otros animales. El contagio solo puede producirse a través de la picadura del flebótomo, por lo que la prevención se centra en evitar el contacto con este insecto.

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